Cuando pensamos en liderazgo normalmente nos referimos a líderes que afirman la dignidad, el valor y la eficacia de los miembros de su equipo. Estos líderes contribuyen a su desarrollo profesional y personal a través de experiencias laborales significativas. Sin duda estos líderes contribuyen a lograr organizaciones auténticamente saludables, donde se nutre y desarrollar el bienestar físico, social y espiritual de sus miembros.
No obstante, en contraposición a este liderazgo “saludable”, existen lo que se denominan conductas tóxicas, que llevadas a cabo por los líderes permiten hablar de un "liderazgo tóxico". Básicamente, se trata de modos de gestión que amenazan el bienestar de los individuos y las organizaciones. Este tipo de liderazgo no sólo se da en las empresas, sino que se extiende al ámbito de las organizaciones públicas afectando, como bien sabemos, el desempeño de una sociedad y el país.
De allí la importancia de comprender la naturaleza, la dinámica y evolución de liderazgo tóxico. La palabra "tóxico" viene de las lenguas germánicas, donde "Toxikon" significa "flecha venenosa". En un sentido literal, el término en su forma original se refiere a matar (veneno) de manera específica (flecha). Por lo tanto, podemos decir que los líderes y organizaciones tóxicas son aquellos que deliberadamente destruyen el tejido de la institución.
El liderazgo tóxico representa el lado "oscuro" de liderazgo. Afecta a individuos como a organizaciones. En el caso de los individuos el liderazgo tóxico se refiere a las acciones en curso, deliberadas, intencionales - la "flecha" - por un líder de socavar el sentido de la dignidad, la autoestima y la eficacia de un individuo - el "veneno". Esto resulta en experiencias de trabajo abusivas, destructivas y degradantes. Estas acciones destructivas pueden dirigirse al plano físico, psicosocial o incluso espiritual, cuando disminuyen significado y el propósito de una persona.
Por su parte, una organización tóxica es aquella que erosiona, desactiva y destruye lo fisiológico, psicológico y espiritual de las personas que trabajan en ella de manera permanente y deliberadas.
Existe una relación entre la toxicidad de los líderes y de la organización. Cuanto más alto se encuentren los líderes tóxicos dentro la jerarquía organizacional, mayor será el grado de contaminación de la misma.
Vale aclarar que la toxicidad del líder no supone su obvia incompetencia. Por el contrario, el hecho de que gente tóxica escale la pirámide organizacional supone que cuentan con otras competencias técnicas y profesionales valoradas positivamente y que justifican este progreso. En estos casos , el líder aparece como exitoso y muy competente.
No obstante, esta mirada limitada solo se sostiene en lo superficial y en el corto plazo. En el largo plazo los resultados son negativos puesto que que se daña a los individuos y se destruyen equipos. En muchos casos, emigran los mejores empleados al no soportar la situación y encontrar oportunidades en mejores organizaciones. Entonces desde una visión más integral, los líderes tóxicos finalmente son incompetentes.
Las manifestaciones típicas de una organización tóxico resultante de liderazgo tóxico son:
- Estados de ánimo negativos emocionales y cambios de humor: la ira, la desesperación, desánimo, frustración, pesimismo y la agresión
- Trabajo improductivo y sin sentido
- Conducta destructiva y contraproducente
- Empleado desconexión física y emocional y la retirada tales como el ausentismo, la falta de compromiso, y la rotación
- Falta de ética, la conducta desviada: el robo, el fraude y el sabotaje
- Pobre el bienestar y la salud
- Organizacional sin identificación y con bajo compromiso organizacional
- Insatisfacción vida general