viernes, 22 de abril de 2016

El Liderazgo Forjado en las Tragedias

Numerosos son los testimonios de quienes a través de las tragedias han desarrollado su potencial de liderazgo. Y esto vale para las tragedias personales como para las que afectan a grupos humanos numerosos.

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El dolor de la pérdida personal o social, más allá del duelo lógico y necesario, nos enseña a valorar la vida y lo más esencial de ella. Nos damos cuenta de la finitud y la vulnerabilidad de nuestra vida.



Por ejemplo: la perdida del empleo por si sola, puede constituirse en una tragedia personal y familiar. No obstante, ponderada ante la experiencia de la perdida de la vida de seres queridos, adquiere otra dimensión, mucho más tolerable y esperanzadora.



En lo que a liderazgo se refiere, las tragedias pueden brindarnos una consciencia más profunda de lo que realmente importa, y como hacer para cuidarlo. Sea como miembro de una familia o  líderes de organizaciones políticas o sociales, las tragedias pueden contribuir a prepararnos mejor para mitigar el impacto de otras crisis o fortalecer nuestras capacidades para resistir nuevas tragedias imprevistas.



Cuando las crisis son recurrentes o previsibles, la experiencia puede llevarnos a establecer acciones que permitan reducir los impactos negativos de las mismas. También es cierto que por desatención muchas crisis que pudieron ser anticipadas, se convierten en tragedias.



Durante las crisis, es común que aflore lo mejor de nosotros. Un sentido de solidaridad y empatía con los que más sufre, una capacidad de coordinar la remediación del daño para que este nos e propague y así limitar el sufrimiento.



Los líderes tienen una posibilidad inmejorable para canalizar esta energía familiar o social del modo más productivo, no solo en la mitigación de los daños, sino aún en la construcción de nuevos relacionamientos virtuosos entre todos los involucrados. Y que de estos relacionamientos se generen habilidades y virtudes que transformen a las personas y a las sociedades.



Es así como las tragedias brindan oportunidades de mejora personal y social. Obviamente, en tales casos se requiere de un liderazgo virtuoso que canalice las energías de los involucrados.

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